Me llamo Joaquín y tenía 7 años cuando llegué a Alalay en 1990, vivía solo en la calle, dormía en cartones y buscaba comida como podía, sentía miedo, frío y soledad. Pero ese año mi vida cambió. Claudia me recibió con una sonrisa y me dijo: “aquí vas a estar seguro”, en Alalay volví a estudiar, aprendí a confiar, jugué por primera vez en una cancha de verdad y descubrí mi pasión: el deporte. Me cuidaron, me enseñaron disciplina y me dieron un hogar donde fui escuchado y valorado. Hoy soy profesor de educación física y árbitro FIFA. Cada vez que entro a una cancha, recuerdo de dónde vengo y agradezco a Alalay por haber creído en mí cuando nadie más lo hizo, soy testimonio de que, con amor, oportunidades y guía, se puede salir adelante. Gracias, Alalay, por cambiar mi destino.